En una entrada anterior del blog hablábamos acerca de la inestabilidad de hombro, sus aspectos generales, y cómo era importante identificar si había un defecto de hueso asociado. En estas líneas, vamos a hacer mención a cómo manejamos la inestabilidad de hombro cuando este defecto existe.
Como dijimos, el hombro es la articulación de la cabeza humeral con la glenoides de la escápula. Si se producen muchas luxaciones, además de la lesión de los ligamentos, cápsula y labrum (“lesión de Bankart”), se puede acabar produciendo la erosión de la superficies óseas, tanto en la glenoides como en la cabeza humeral. Esta erosión del hueso hace que la superficie de contacto entre los huesos sea aún menor, por lo que en el futuro será más fácil que el hombro vuelva a salirse. Conocer si está sucediendo este hecho es de una importancia crítica, ya que, si sólo reparamos el labrum y los ligamentos, el hombro tiene muchas posibilidades de seguir saliéndose al faltarle el “soporte” que el hueso le proporciona.


Podemos intuir si en un hombro inestable comienza a faltar hueso si las luxaciones se producen con mucha facilidad, con acciones de la vida cotidiana sin traumatismos o incluso durmiendo. Pero la confirmación la tendremos solicitando una Tomografía Axial Computerizada (TAC o escáner), que nos permitirá saber si la pérdida de hueso se produce en la cabeza humeral (lesión de Hill-Sachs), en la glenoides, o en las dos.


Si la pérdida ósea en la glena es grande, el tratamiento consistirá en añadir hueso para aumentar la superficie de contacto. La técnica de Latarjet ha sido la opción más utilizada históricamente, y consiste en, a través de cirugía abierta, cortar una prominencia ósea que tenemos en la escápula llamada “apófisis coracoides” y colocarla en la zona del defecto de la glena, fijándola con 2 tornillos. La evolución de la técnica ha permitido disponer de otras técnicas, como el “bone-block”, que se puede realizar por artroscopia utilizando injerto óseo procedente de otra zona del cuerpo, como la cresta ilíaca. La elección de una técnica u otra depende del tamaño del defecto y de las preferencias y formación del cirujano. Pero sí que es clave ponerse en manos de profesionales con experiencia en este campo para que una pérdida ósea significativa no pase desapercibida.